Las Aves rapaces o aves de presa (birds of prey), son depredadores carnívoros que se caracterizan en primer lugar y sobre todo, por sus poderosos picos ganchudos que utilizan para desgarrar la carne de sus presas. Los ojos relativamente grandes (dotados de un soberbio poder de resolución, muy superior al de los seres humanos) sirven para identificar la presa con toda precisión, mientras que la captura se efectúa con las largas patas terminadas en poderosas garras armadas con uñas afiladas como cuchillos.
Se puede, a efectos de identificación en la naturaleza, establecer una división de las rapaces diurnas en grupos de acuerdo con los modelos básicos de siluetas (forma y longitud relativa de las alas y la cola).
Conservación
La protección de las rapaces en nuestro país es relativamente antigua. Desde 1966 todas las rapaces diurnas y nocturnas de España se encuentran protegidas por la ley. Algunas, como el Quebrantahuesos, gozaron de una protección más precoz debido a los riesgos de extinción de sus poblaciones ibéricas. De hecho, las especies insectívoras (el Autillo o el Cernícalo primilla) estaban protegidos por la antigua Ley de Caza de 1902. Los decretos, cada vez más satisfactorios, de 1973 y de 1981 han acordado la protección estricta de todas estas aves. Desgraciadamente, hasta los años sesenta el hombre vino librando una guerra implacable contra ellas. Se destruían sus nidos y polladas, se mataba a los adultos, y por todos los medios se procuraba su exterminio. El argumento utilizado para justificar la masacre era que resultaban perjudiciales para los intereses humanos y, en particular, para la caza. Este argumento es hoy insostenible, ya que basta examinar los datos de alimentación de las distintas especies, para comprobar que la actividad de las rapaces es, en conjunto, indiferente o, quizá positiva para las especies cinegéticas. No hay que olvidar el saludable efecto selectivo de estas aves sobre sus presas, eliminando presas enfermas, débiles, excesos de machos en celo, etc..